Hay cocinas que nacen del territorio y otras que lo reinterpretan con una mirada limpia. La de Adrián Asensio, en Cuzeo (un Sol Repsol), hace ambas cosas. Antes incluso de cruzar la puerta ya sientes el tono: sobriedad, calma, un respeto silencioso por la historia. Dentro sucede algo más. Una energía contenida, pero viva, una cocina que se mueve entre la memoria y el impulso contemporáneo sin pedir permiso
La luz cae diferente sobre Zamora cuando uno cruza el casco antiguo en dirección a la Plaza de Viriato. Hay algo en ese románico callado, contenido, que parece obligarte a bajar el ritmo, a mirar las piedras como si dentro guardasen un latido antiguo. En una de esas calles que suben despacio hacia el corazón histórico se levanta una casona del siglo XIX, con muros que han visto generaciones entrar y salir. Allí, desde 2019, vive Cuzeo, el proyecto de un joven cocinero que ha sabido leer esta ciudad con un pulso propio: sin prisas, sin estridencias, sin perder de vista que aquí la tradición no es un lastre, sino un cimiento.
Cuzeo es un lugar que huele a brasas suaves, a salsas reducidas con paciencia y a ese punto justo entre campo y ciudad que define la cocina zamorana actual. Una propuesta que trabaja con el producto de proximidad —pero no como eslogan, sino como práctica real— y que se atreve a poner una capa contemporánea sobre sabores que reconocemos desde siempre, tanto de aquí como de otras geografías que Adrián ha recorrido. Hay en sus platos algo de viaje y algo de hogar, como si cada elaboración fuera un gesto aprendido en otro sitio, pero ejecutado con raíces profundamente clavadas en Zamora.
Frente a los fogones está Adrián Asensio, formado en la Escuela de Hostelería de Zamora y pulido después en casas donde la exigencia se vuelve método. Pasó por El Empalme, por Lera, por Arzak, por La Botica de Matapozuelos, y en cada una dejó que se le impregnara una forma distinta de mirar. De Lera, sobre todo, viene ese dominio del mundo cinegético que hoy marca el pulso de Cuzeo: en carta y en menú degustación aparecen gamo, jabalí, ciervo, paloma, faisán, etc. todos tratados desde una sensibilidad que obliga al respeto. Se curan, se ahúman, se escabechan, se guisan, se asan, se aliñan: una liturgia de técnicas que Adrián ejecuta con serenidad y hambre de oficio.
Pero Cuzeo no solo es cocina. Es carácter. Es un espacio que conversa con su ciudad: paredes de piedra viva, un silencio que no incomoda, sino que abre espacio al detalle. Y esa mezcla —tradición, contemporaneidad, entornos que cuentan historias— es la razón por la que esta semana Adrián protagoniza El Gusto es Suyo.
Tras el servicio, mientras los fogones aún tienen memoria del calor y la sala se llena de una calma amable, Adrián comparte sus recomendaciones. Lugares y proyectos que, como él, ponen el alma en lo que hacen y sostienen el territorio desde la autenticidad.
Restaurante Lera (Castroverde de Campos, Zamora)
Casi todos los invitados a El Gusto es Suyo terminan mencionándolo, pero en boca de Adrián la admiración es casi devoción: “Para mí, es el restaurante perfecto y único. Una cocina que guarda sabores de tradición, de sinceridad, de esas cocinas que ya no quedan… Se une con una sala donde te hacen sentir como en casa, es inevitable que no los sienta como familia”. Lera es territorio, memoria y vanguardia camuflada en guisos: templo de la caza y referente absoluto de la cocina mesetaria.
Restaurante El Empalme (Rionegro del Puente, Zamora)
Un mesón rústico ubicado en una posada de 1711 que se ha convertido en un santuario de setas y caza. Lo que sus padres han construido aquí desafía cualquier comparación. “En mitad de un cruce de caminos, se produce la magia micológica. Gloria y Elías son esos magos que acarician las setas como nadie en España; su conocimiento y saber hacer han llevado la cocina micológica a un nivel inalcanzable”. Es cocina de tierra adentro, honesta, profunda y precisa.
Lasal (Zamora)
La siguiente parada es una taberna contemporánea donde se demuestra que la sencillez no está reñida con la excelencia. Producto de primera, técnica limpia y una carta de vinos que sorprende. “En una de las calles más afamadas de Zamora (Calle de los Herreros), Rubén Becker es el epicentro del buen hacer. Con un trato de producto impecable y una carta de vinos que hace una experiencia redonda para la capital zamorana”. Si Lasal fuera una ecuación se resolvería con materia prima de primera categoría y saber hacer.
Embutidos Marcelino (Corrales, Zamora)
Una historia familiar que se ha convertido en un proyecto sólido, nacido del empeño de los hijos de Marcelino Álvarez por continuar un legado que comenzó con la cría de porcino y que hoy alcanza la excelencia en jamones y embutidos ibéricos. “Marcelino Ibéricos es compromiso con la calidad artesanal y la tradición; cada jamón y embutido refleja el cuidado en la crianza del cerdo ibérico y la pasión por mantener sabores auténticos que han pasado de generación en generación”. En la granja familiar comenzó todo, pero el proyecto fue creciendo, paso a paso, hasta asentarse en Dehesa Boyal, la finca de Espeja que hoy es el corazón y el motor de la empresa.
Asador Cinco y Caña (Litos, Zamora)
Un templo de la carne en el corazón de la provincia. “Cinco y Caña es el lugar ideal para disfrutar de carne a la brasa de calidad; podrás probar Alistana, Sayaguesa y Sanabresa entre muchas otras. Un ambiente auténtico y cercano, donde cada plato refleja pasión por la brasa y el buen sabor”. Horno de leña, materia prima impecable y un ambiente que respira autenticidad.
Panadería Rabanillo (Mombuey, Zamora)
Noventa años de historia y tres generaciones dedicadas al pan. El abuelo Fermín volvió de Cuba y decidió apostar por un obrador que hoy es referencia absoluta. “La panadería Rabanillo es mucho más que una simple casa de Mombuey; sus empanadas reflejan tradición y el auténtico sabor. Se ha convertido en una parada imprescindible”. Es uno de esos lugares donde la sencillez alcanza categoría de patrimonio.
Cuzeo confirma lo que Zamora viene susurrando desde hace años: que en sus calles se está fraguando una generación de cocineros que trabajan desde la raíz pero piensan hacia delante; que respetan el paisaje pero no renuncian a la innovación; que saben que la memoria no es un museo, sino un punto de partida.
Asensio es uno de ellos. Y mientras siga cocinando desde esa mezcla de humildad, ambición y amor por el territorio, lo de Cuzeo no será solo un restaurante: será un lugar al que volver como quien vuelve a una voz conocida.
No te pierdas las historias de El gusto es suyo con Andoni Sánchez del Asador Villa de Frómista (Palencia), Cris y Diego de Caleña (Ávila), Diego y Laura de Tiempos Líquidos (Burgos), Marina y Luis de Curioso (Peñafiel), Rubén Arnanz autor de Ancha es Castilla (Segovia), Dani Giganto: sommelier de mu•na (Ponferrada, León). Cucho Íñiguez de El Fogón de Jesusón (Burgos), Rocío y Alberto de En La Parra (Salamanca), Yolanda Rojo y Juanjo Losada, Restaurante Pablo (León), Pablo González Vázquez, La Trébede (Pobladura del Valle, Zamora), Pedro y Roberto Fuertes de El Bar (Valladolid), Marisa y Luis Duque, Casa Duque (Segovia) o con Eva García y Pedro Francisco Castillo de Casa Coscolo (Castrillo de los Polvazares, León)





