LO QUE SE CUECE

Palencia y el primer Campeonato Barista de Castilla y León

Diez baristas medirán su destreza en un certamen que combina rigor y espectáculo.

El rugido de una máquina de espresso puede ser tan hipnótico como el arranque de un motor de carreras. El vapor silba, la molienda cruje, el café cae como un hilo oscuro que promete intensidad.

Ese sonido marcará el pulso de Palencia el próximo 3 de noviembre, cuando la ciudad acoja el primer Campeonato Barista de Castilla y León. El escenario será el Aula del Café del Centro Tecnológico de Cereales (CETECE), un espacio hasta ahora volcado en la innovación alimentaria que, por un día, se transformará en catedral del café.

La elección de Palencia no es casual. En esta tierra se ubican dos de las tres fábricas de café soluble más importantes del país. No hablamos solo de industria: hablamos de tradición, de empleo, de cultura en torno a una bebida que en España ha dejado de ser mero acompañamiento y se ha convertido en objeto de culto. La ciudad, durante décadas asociada más al cereal y al campo, encuentra ahora en el café un relato distinto: un puente entre la raíz industrial y la vanguardia sensorial.

Diez baristas, una por cada provincia de CYL y dos para Palencia (capital y provincia), medirán su destreza en un certamen que combina rigor y espectáculo. El reto es directo: preparar cuatro espressos perfectos y un cappuccino coronado con latte art. No hay margen para el error. La temperatura del agua, la presión, la molienda, la leche espumada al punto exacto: cada detalle se convierte en cuestión de segundos en un criterio de evaluación. El jurado, compuesto por expertos técnicos y sensoriales, buscará precisión, sabor, aroma y estética. Un solo fallo, un exceso de acidez, una crema rota o una figura torpe en la espuma, puede derribar al mejor de la lista.

El proceso de inscripción, abierto de manera gratuita, ha marcado un listón de exigencia poco habitual. Si la demanda supera las plazas, los aspirantes tendrán que enviar un vídeo demostrativo de su técnica. Esa condición convierte el campeonato en un doble examen: no solo hay que dominar la máquina y el grano, también hay que saber comunicar, mostrarse ante la cámara, exhibir seguridad y profesionalidad. En la era de la imagen, hasta el barista compite por ser narrador de sí mismo. Aquí las bases.

Los premios no alcanzan cifras estratosféricas, pero no es lo que importa. Seiscientos euros para el primer puesto, trescientos para el segundo y ciento cincuenta para el tercero. Lo que de verdad está en juego es el prestigio, la visibilidad, el título de campeón en un territorio que hasta ahora no contaba con una cita de esta magnitud. Palencia quiere situarse en el mapa cafetero y el campeonato es el primer ladrillo de una construcción más ambiciosa: la de consolidarse como referencia en el sector.

El propio presidente de CETECE, Francisco Javier Labarga, lo definió con claridad: “Es una oportunidad única para fomentar la cultura del café en Castilla y León y situar a Palencia en el mapa como referente en este ámbito”. Y la concejala Judith Castro añadió la otra cara del mensaje: “Reconoce la relevancia de Palencia en el mundo del café”. Detrás de esas declaraciones hay más que orgullo institucional. Hay una apuesta por darle al café un lugar en la identidad local, como el vino en la Ribera o la sidra en Asturias.

El campeonato no es un espectáculo aislado. Es el germen de un movimiento cultural y económico. En Castilla y León abundan los bares y cafeterías, pero todavía escasean los locales de especialidad. La figura del barista apenas empieza a consolidarse en ciudades grandes y menos aún en provincias intermedias. Este evento puede ser el detonante de un cambio de mentalidad: elevar los estándares, empujar a la hostelería a cuidar su café, y formar a nuevas generaciones en un oficio que mezcla artesanía y ciencia.

Lo que ocurra el 3 de noviembre no solo se medirá en tazas. Habrá que observar si el campeonato logra atraer público, si consigue llamar la atención de los medios, si despierta curiosidad en hosteleros y consumidores. Si prende la chispa, Palencia podría convertirse en punto de encuentro de campeonatos futuros, ferias del café, rutas temáticas. La apuesta está servida. Y en el fondo, lo que se disputará ese día no es solo un campeonato, sino la posibilidad de que el café, ese grano que mueve a millones, dé a Palencia un relato propio, intenso y con cuerpo.

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