¿Y si el mejor verano no estuviera en la costa? Castilla y León se marca un recorrido de terrazas con historia, tapas con acento propio y paisajes que no necesitan mar para dejarte sin aliento.
Agosto está al caer. Y no hace falta hace el mar para tener un verano redondo. Castilla y León se planta en esta época estival con una artillería de terrazas y chiringuitos que son el oasis perfecto para quienes saben disfrutar sin necesidad de sombrilla, arena y salitre. La Guía Repsol lo tiene claro: los Soletes no entienden de modas, solo de lugares con alma, con encanto, con ese «algo» que hace que recomiendes un sitio como si fuera un secreto.
Esta es la guía definitiva para quienes prefieren sombra de chopo antes que sombrilla de playa.
Aquí va, sin rodeos, el mapa real del verano castellano y leonés. Esto no es turismo. Esto es hedonismo consciente.
Ávila: terracitas con alma y brasas auténticas
Comenzamos con dos novedades. En el Nogal del Barranco, bajo el techo verde de la naturaleza, el Kiosko La Cabra apuesta por la comida de siempre, la de cuchara, la de brasas. Es cocina viva, sin carta y con carne de Ávila como santo y seña. El Huerto de Victoria en Candeleda es bar y es cultura: vermutería, cervecería, aperitivo, hogar. En su terraza se cuece una forma de estar en el mundo muy voraz.
Más clásicos: el Kiosko Sanchivieco, junto al río Tormes en Hoyos del Espino, es paz total; El Marquesito, al borde del embalse de Río Cuevas, sigue pareciendo una casa de pueblo con mucha cocina.
En el centro de Ávila ciudad, La Barra del Chico se llena de madrugadores con su tortilla y tomates que saben a algo. De noche y solo durante la temporada veraniega, el Country Soul y sus conciertos dan sentido al verano. Y a los pies de la muralla, La Terraza del Palacio Sofraga (recomendada por Carlos Casillas del restaurante Barro) se llena de coctelería y gastronomía con pedigree.
Burgos: tapas con vistas y brasas en la sierra
La provincia estrena dos soletes este verano 2025. El Molino, en plena Sierra de la Demanda, es templo de la cocina tradicional burgalesa. Fue fundado en 1974 sobre un antiguo molino y aserradero de madera. En invierno por su chimenea y en verano por su maravillosa terraza rodeada de verde. Una delicia.
En el casco antiguo, La Favorita dispara tapas y raciones multipremiadas y vinos del mundo desde su terraza histórica. No te pierdas el solomillo con Foie, el bocata de anchoas y la morcilla. Si estás de suerte ahora tienen cogote de bonito. De visita más que obligada.
Subiendo hacia Santander, Valdelateja se asoma al cañón del Ebro con guisos caseros que hacen patria. Para quienes buscan el mar en la meseta, ahí está.
En Burgos ciudad, el Vagón en el Parque del Castillo es para desconectar totalmente. Y el Carmen 13, con su coqueta terraza pelín alejada del centro, propone cócteles, vermuts y Aperol spritzes que se van del mundo.
En Lerma, el Galoria combina burgers de cordero lechal con una carta donde caben hipsters y clásicos.

León: capital de las terrazas
León va sobrada. En Ponferrada, Lúa sirve desde desayunos a cenas con waffles, níscalos y calamares. En la capital, el recién incorporado en la lista Hotel Camarote tiene la terraza con mejores vistas a la catedral. Brutales.
El Aizkorri, en Astorga, tira de sartenucas y ensalada maragata a los pies del Ayuntamiento. En Valencia de Don Juan, El Palacio mezcla hostal, carta interminable y terraza familiar.
El Topo es otra novedad: cocina italiana y cita romántica con la Pulchra leonina como fondo. Si quieres ruido y alegría, ahí va nuestro favorito —y también nuevo— Kazurro Merendero tiene croquetas, oreja picantona, mucha mano, mucho sabor, mucho guiso y un ambiente con mucho rollo.
Para algo más relajado, El Patio ofrece jardín y libros en el centro de León, mientras Bar Sauce y Taberna Los Pinos abren solo en verano con espíritu de chiringuito. Y, por último, La Barca by Juanma, en Veguellina de Órbigo, donde productos de cercanía y de la casa (tienen huerta propia) son un valor esencial.
Palencia: riberas, porticados y cocido
En Ampudia, el Restaurante El Olivo es novedad de oro por su cocina con mimo: cocido, carrilleras y callos bajo un olivo en un patio encantador. El Lagar de San Hipólito, frente a la iglesia homónima, tiene un porche porticado y mucha calma. En la ciudad, La Isla Urbana abre el día con vermú y tapas. Y en plena plaza principal, Bar Central lanza sus pinchos bajo sus soportales.
En las Huertas del Obispo, El Obispo es ese chiringuito escondido con cafés trabajados y cervezas bien tiradas muy cerca del río Carrión. Stella aguanta el pulso del día en el Parque del Salón desde el siglo XIX, y Lemon, en zona peatonal, clava el servicio para vermús y copas —lo recomienda Roberto Terradillos del restaurante Terra—. En Tierra de Campos, Bodega Mirador de Campos deja ver atardeceres que se graban en la retina.
Salamanca: brasa, bravas y panorámica
Novedad 2025: El Caracol del Bierzo, en las afueras, lo borda con su carta a la brasa, caracoles y calçots en temporada. También nuevo, Minutejo Centro y sus bravas de culto en terraza peatonal, eso sí, hay cola. Pero merece la espera.
En Würzburg, Baobar mezcla hamburguesas gourmet en un entorno verde y relajado. El Collao, al pie del estanque de La Palla, sirve producto local con vistas brutales a la Sierra de Francia. Un chiringuito de 10.
Alta cocina de terraza en La Huerta de San Esteban, donde el hotel Hospes da una lección de panorámica urbana. Relax, nivel top.

Segovia: alcázares, miradores y torreznos
Dos recién llegados. El Espino es esa joya oculta que alguien del pueblo nos tenía que contar. Dos cartas —una de ellas adaptada para celiacos— ambiente íntimo y guiños globales. Y, en Navas de Ríofrío, El Fogón de Valentina se agarra a la cocina casera y lo hace todo bien: judiones, sopa castellana y un postre de manzana que es de leyenda.
En Ayllón, la terraza de El Patio de Ayllón bordea la plaza y, en temporada, ofrece unas alcachofas que se van del mundo. El resto del año no te vayas sin probar el torrezno de Soria, el cordero asado lechal y las chuletillas.
Acekia combina vistas al Alcázar con bacalao en tempura con alioli negro y hierbabuena o sus alcachofas confitadas con huevo asado, foie gras y frambuesa. En el centro, Castilla Tapas y Cañas pregunta: ¿terraza o mirador? Las dos. Prueba su cochinillo asado con unas vistas envidiables a la Sierra de Guadarrama.
Y más: Bar Cafetería Veracruz se apoya en las Hoces de Riaza; El Duranguito tiene paellas, arena de playa, acceso en piragua y entrada directa al embalse de las Vencías; y Socorro encuentra la sombra perfecta entre las vistas a la Puerta de San Andrés y las tapas a buen precio.
Soria: sombras frescas, brasas sabias y estrellas
El verano soriano brilla con luz propia. En la antigua estación de tren, el recién incorporado Café de la Estación – Bebiendo Estrellas ofrece una cocina con personalidad, buen vino y calma. En plena naturaleza, Venta de la Serrá, junto a la Laguna Negra, mezcla tradición pinariega y terraza mágica entre árboles para dar las gracias. También novedad.
Cerca del Cañón del Río Lobos, La Parrilla de San Bartolo mantiene la esencia de lo casero, brasas de siempre y una terraza balsámica. También sobre raíles, El Cielo Gira suena a buena música y huele a hamburguesas bien hechas. Ideal para una parada en moto.
El Náutico, en la presa de la Cuerda del Pozo, lo clava con escabeches, setas —en temporada— y parrilla en jardín con sombra natural.
En el parque de La Alameda, La Taberna del Kiosco triunfa con tapas sabrosas y precios comedidos. Junto al río Abión, La Fuentona es refugio entre vegetación: manitas al cava, trucha marinada. Solo bajo reserva. La Taberna Mercedes, con jardín y una chef, Silvia Soriano, con linaje (elBulli, Aponiente), es parada obligatoria.
De Maravilla, novedad urbana, es coqueta, sana y versátil: pokes, labneh, hamburguesas gourmet y desayunos. Y en la orilla del Duero, Soto Playa mantiene su lugar como favorito de los chefs de ‘La Lobita’, con torreznos y brasa de nivel.
Valladolid: Chiringuitos urbanos y sunsets con banda sonora
La ribera del Duero y el Pisuerga se transforman en costa alternativa con terrazas como Doña Carmen, doble opción junto al río o a pie de hotel, perfecta para un bocado rápido. La Tarara suma jardín y mollejas con alcachofas en un chiringuito moderno con alma.
En la dársena del Canal de Castilla, La Maruquesa brilla con pescados a la brasa y encanto industrial bien rehabilitado. Pera Limonera, en la Playa de las Moreras, lo mismo sirve brunch que copas, siempre con estilo. Y Mesón Casa Pedro, en su jardín amplio, borda el lechazo en horno de leña.
Entre los nuevos, Selvático propone tardes infinitas de conciertos y opciones gastro para todos los públicos en el Pinar de Antequera. Xiringo Take It añade foodtruck, música en directo y espacio para que los peques campen a sus anchas. A las afueras, Buena Brasa combina carnes top y terraza cuidada.
Calicata, la joya de Abadía Retuerta, ofrece tapeo gourmet entre viñedos. En el Paseo de Recoletos, Lunático cubre el día completo con cocina innovadora y vistas al Campo Grande. Y en la orilla del Pisuerga, Mangata equilibra desayunos cuidados y cócteles de tarde en ambiente actual.
Para el dulce, Sabores gana con su crujiente de chocolate. La Baruva, chiringuito favorito de Alvar Hinojal de Alquimia Laboratorio, es puro relax en el río. Y para huir del ruido, la recién llegada La Excusa en Simancas ofrece parrilla y tranquilidad junto al puente romano.
Zamora: terracitas con carácter y sabor a orilla del Duero
Zamora saca músculo este verano con apuestas de autor. Se estrena con Membibre, en Puente de Sanabria, es taberna moderna con fondo, técnica e ideas inspiradoras. También, en la capital, Latinta se planta frente al Ayuntamiento con hamburguesas serias y vinos de Toro. Y La Esquina de Colás dispara pinchos como el de bacalao al champagne o la pluma con toque de chocolate que maridan a la perfección con el vino de Toro. Una de las joyas culinarias de la ciudad de doña Elvira.
En el centro de la ciudad también se estrena con solete Alsiguiente, una taberna urbana con terraza grande y llena de vida, ideal para tapeo relajado y postre semanal.
En el entorno natural, Merenduero ofrece arroces y asados de premio junto al río, y Villa Lucerna, cerca del lago de Sanabria, completa la experiencia con parque multiaventura y vistas brutales.
Más rincones especiales: La Panera Sabor del Vintage, una panera del XVIII convertida en gastroespacio versátil; Bodega Divina Proporción, con menú y visita por solo 20€ en tierra de Toro; y Las Aceñas, a pie de molino, es un oasis para comer o ver caer la tarde junto al Duero.
También en la orilla: Los Pelambres, merendero con carta para todos, y Caparrota Río, en Puebla de Sanabria, sirve hamburguesas de diez mirando al castillo. Cierra fuerte con Baburu Coffee, cafetería de especialidad con estética neón y tostadas en pan brioche. Y The Patio Canalla, terraza con música en directo, es el sitio donde vas a querer quedarte y terminar la noche.

¿Y ahora qué?
Ahora toca elegir. Esta ruta no es una guía para ir tachando lugares, es un plan de vida estival. Una forma de saborear Castilla y León desde el mantel de cuadros, el vaso de vermú y la tapa caliente. Desde la sombra de un pinar, la silla de forja o la barra de bar de toda la vida.
Porque no hay costa, pero hay terracitas junto a ríos, frente a iglesias románicas, en plazas soportaladas o mirando a la montaña. Porque hay chiringuitos con música de fondo y hay lugares con historia. Porque este verano, “el norte” es Castilla y León.
Y el mapa, ya lo tienes.