LO QUE SE CUECE

La sangre de Burgos: el festival que celebra su alma gastronómica

Tres días de cocina, cultura y orgullo para un producto que habla de lo que somos.

EI I Festival de la Morcilla de Burgos celebra el sabor y la memoria de un producto que ha pasado del fogón doméstico al patrimonio gastronómico.

Del 24 al 26 de octubre, la Plaza del Rey San Fernando, a los pies de la Catedral de Burgos, se convertirá en el epicentro de la primera edición del Festival de la Morcilla de Burgos, una cita que une a chefs con estrella Michelin, productores locales, bodegas y vecinos en torno a uno de los emblemas más antiguos y queridos de la cocina castellana. Una celebración que reivindica no solo un sabor, sino una forma de entender la tierra.

Una plaza convertida en fogón

Habrá humo, olor a cebolla confitada y vino tinto. Habrá música, conversación, mesas largas y manos enharinadas. Burgos prepara su primera gran cita con la morcilla —su producto más identitario, su santo y seña— y lo hace en el lugar más simbólico posible: la Plaza del Rey San Fernando, frente a la Catedral. Durante tres días, del 24 al 26 de octubre, la ciudad se volcará en una fiesta que combina gastronomía, cultura y territorio.

El I Festival de la Morcilla de Burgos no es solo un evento culinario: es una declaración de intenciones. La Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Burgos, organizadora del certamen, quiere consolidar esta cita como un referente anual, una especie de escaparate del sabor burgalés. Y el corazón del programa late con fuerza: más de 30 actividades entre coloquios, talleres, showcookings, catas, feria de productores y conciertos.

De la matanza al escenario

La morcilla de Burgos no nació en una cocina moderna, sino en la necesidad. En las cocinas de invierno, entre humo y madera, donde cada parte del cerdo se aprovechaba. Su receta —arroz Bahía extra, cebolla, manteca, pimentón dulce y picante, pimienta, sal y sangre— ha cruzado siglos y generaciones. En 2022 obtuvo su IGP (Indicación Geográfica Protegida), un reconocimiento que certifica lo que Burgos ya sabía: que este embutido es más que un alimento, es una identidad colectiva.

Esa memoria se actualiza ahora sobre el escenario. El festival será una gran cocina al aire libre donde tradición y vanguardia se darán la mano. Los cocineros Ricardo Temiño, Miguel Cobo y Alberto Molinero, los tres con estrella Michelin, encabezarán un programa en el que también participarán otros chefs burgaleses que reinterpretarán la morcilla con técnicas y miradas distintas.

“Queremos que el visitante descubra que la morcilla puede ser muchas cosas”, explican desde la Federación. “Un producto humilde, pero también una oportunidad para crear, para innovar, para contar Burgos de otra manera”.

Un festival que huele a tierra

La inauguración llegará el viernes 24, con un recorrido por la Feria de Productores que abrirá hasta las diez de la noche. Habrá coloquios con expertos como Rafael González, director de la IGP Morcilla de Burgos, y representantes de la Cofradía de la Morcilla Burgensis, que repasarán la historia y la evolución del producto.

Por la tarde, el vino tomará el relevo: Ribera del Duero y Arlanza protagonizarán catas y maridajes con morcilla, un binomio que es casi patrimonio provincial. Después llega uno de los momentos más esperados: el encuentro “Morcilla y vino de Ribera del Duero y Arlanza. Fusión perfecta, con Paco Berciano, referente del vino español y cofundador de Alma Vinos Únicos, junto al burgalés Diego González, Mejor Sumiller de España de Tiempos Líquidos. Entre copas de Ribera del Duero y Arlanza, los dos trazan paralelismos entre el viñedo y la despensa, el suelo y la sangre.

También habrá combinaciones más atrevidas, con cerveza artesanal o cócteles firmados por profesionales como Isabel Álvarez, Antonio Arrabal, Sandra Chicote o Max Vázquez.

En paralelo, el ambiente se extenderá por la ciudad con una ruta gastronómica: restaurantes y bares ofrecerán tapas y menús especiales con la morcilla como protagonista, maridados con vinos de Ribera y Arlanza. Cada local propondrá dos versiones: una tapa tradicional, de cuchara y recuerdo, y otra creativa, pensada para el paladar curioso.

El sabor de una provincia

El sábado será la gran jornada. A las 11:30 h., los tres chefs con estrella —Ricardo Temiño (La Fábrica), Miguel Cobo (Cobo Estratos) y Alberto Molinero (Erre de Molinero)— tomarán el escenario principal para reinterpretar la morcilla desde la alta cocina. En sus manos, el producto de siempre se convertirá en narrativa contemporánea. A lo largo del día, se sucederán catas, talleres y exhibiciones con cocineros de toda Castilla y León, en un diálogo entre lo rural y lo urbano.

La cita contará además con una cocina invitada: León y Zamora, que compartirán su visión y recetas propias, ofreciendo al público una experiencia que traspasa fronteras provinciales. Porque si algo enseña la morcilla es que no hay una sola manera de hacerla, ni una sola forma de disfrutarla.

Por la tarde, la plaza cambiará de ritmo. El escenario acogerá los conciertos de Tu Movida, con repertorio de los 80 y 90, el tributo a AC/DC de Black Jack, y sesiones de DJs que mezclarán clásicos de los 2000 con aromas de parrilla. La morcilla, entre vino y guitarras, se convertirá en un símbolo compartido de la alegría burgalesa.

Un domingo de tapas, vino y familia

El domingo 26 será el turno de la creatividad. Se celebrará la final del I Concurso Nacional de Tapa con Morcilla, una competición abierta tanto a profesionales como a aficionados. El reto: reinterpretar la morcilla con técnica, ingenio y respeto al producto. Paralelamente, se desarrollarán talleres infantiles y demostraciones abiertas al público sobre la elaboración tradicional del embutido.

Las catas de vino continuarán durante toda la jornada, mientras la feria de productores despide el festival. Burgos cierra así un fin de semana en el que su producto más humilde habrá demostrado todo su poder simbólico. La morcilla no solo se come: se escucha, se aprende, se comparte.

El pulso de una ciudad que se reivindica

El Festival de la Morcilla de Burgos nace con la voluntad de quedarse. Detrás está la Federación Provincial de Hostelería de Burgos, en colaboración con el Ayuntamiento, la IGP Morcilla de Burgos, las Denominaciones de Origen Ribera del Duero y Arlanza, el club de calidad Burgos Alimenta, la Escuela de Hostelería La Flora y Coca-Cola.

Su objetivo no es menor: posicionar a Burgos como destino gastronómico de referencia, potenciar la economía local y reforzar el vínculo entre cocina y territorio. El festival no solo atraerá a visitantes y medios, sino que servirá para revalorizar los productos de proximidad, desde la alubia roja de Ibeas hasta los vinos que nacen en las laderas del Arlanza.

La morcilla se convierte así en metáfora. Un alimento nacido de la tierra y de la comunidad, que hoy se transforma en motor de turismo y cultura. En un tiempo en que la prisa desdibuja los sabores, Burgos levanta la voz desde su plaza mayor para recordar que la cocina —la de verdad— es también una forma de contar quiénes somos.

La sangre que une

La morcilla de Burgos tiene algo que trasciende el gusto. En su mezcla de arroz, sangre, cebolla y pimentón está la historia de una provincia que se hizo a fuego lento. Por eso este festival no es solo una fiesta gastronómica, sino una reivindicación del origen, de los oficios, de los vínculos que todavía perviven alrededor de una mesa.

Quizá no haya mejor símbolo para un lugar que su comida. Es una mezcla de lo que fuimos y de lo que aún queremos ser. Es la sangre de Burgos.

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