Donde hay vino, hay vida
En Castilla y León el vino no es solo una copa bien servida ni una cata elegante en una bodega con vistas. Es lo que mantiene con vida a cientos de pueblos. Es economía, es trabajo, es cultura y, más que nada, es resistencia. Ayudas públicas, turismo en alza y un sector que genera miles de empleos están reescribiendo la historia del campo.
Con más de 600.000 visitantes en 2023, el enoturismo se ha convertido en una herramienta clave para revitalizar el medio rural. Nueve rutas certificadas atraviesan la región, ofreciendo experiencias que combinan tradición y modernidad. Este auge no solo atrae turistas, sino que también impulsa la economía local y combate la despoblación.
Las bodegas, muchas de ellas pequeñas y medianas empresas, han recibido un impulso significativo gracias a las ayudas de la Junta de Castilla y León. Con una inversión de 21,1 millones de euros, se busca modernizar instalaciones y mejorar la competitividad del sector vitivinícola. Estas subvenciones, que movilizan una inversión total de 56 millones, están destinadas principalmente a la adquisición de maquinaria y equipos que optimicen la producción y comercialización del vino.
Además, se han destinado 6,2 millones de euros a la reestructuración y reconversión del viñedo, beneficiando a 181 viticultores y mejorando la competitividad de 1.200 hectáreas de viñedo. Estas medidas no solo buscan adaptarse a las demandas del mercado, sino también enfrentar los desafíos del cambio climático y promover prácticas sostenibles.
Hay nueve rutas del vino certificadas en Castilla y León están generando vida.
El vino de Castilla y León no solo se consume localmente; también se exporta. Con una facturación anual de mil millones de euros y exportaciones que alcanzan los 227 millones, el sector vitivinícola representa el 3,1% del PIB autonómico y sostiene alrededor de 33.000 empleos, la mayoría en el medio rural. La presencia en ferias internacionales, como la Barcelona Wine Week, refuerza la posición de la región en el mercado global y abre nuevas oportunidades de negocio.
El impacto del vino va más allá de la economía. Según un estudio de la Interprofesional del Vino de España (OIVE), los municipios con menos de 2.000 habitantes dedicados al cultivo de la vid han experimentado un crecimiento poblacional del 35,8% en los últimos 20 años, en contraste con la disminución del 9,6% en localidades sin viñedos. Esto demuestra que la viticultura es una herramienta efectiva para combatir la despoblación y revitalizar las zonas rurales.
Nuestro vino es un motor de desarrollo rural, una fuente de empleo y una herramienta para preservar la identidad cultural de la región. Con inversiones estratégicas y una apuesta por la calidad y la sostenibilidad, el sector vitivinícola continúa siendo un pilar fundamental para el futuro de Castilla y León.