Resilencia entre cenizas.
El Bierzo salva la vendimia tras un verano de fuego y sequía.
A pesar del verano de incendios y sequía extrema, la región del Bierzo desafía las adversidades, salva su vendimia con equilibrio y resistencia, y reivindica que su viticultura tiene raíces profundas más allá de la crisis ambiental.
La vendimia en el Bierzo siempre ha tenido algo de ritual, pero la de 2025 quedará marcada como una batalla contra los elementos. Durante el verano, la comarca leonesa sufrió incendios devastadores y una sequía que se prolongaba desde primavera. El humo amenazaba con impregnar las uvas, el calor extremo ponía en riesgo la maduración y el agua escaseaba en los viñedos. Aun así, la campaña ha llegado a término. Los racimos han sobrevivido y, en muchos casos, lo han hecho en condiciones que permiten augurar vinos equilibrados y con personalidad.
El presidente de la Denominación de Origen Bierzo, Adelino Pérez, lo resumía con crudeza: «no se ha perdido la estructura vinícola, pero sí parte del paisaje, ese valor intangible que también se vende en cada botella». La comarca, conocida por sus mencías y godellos, ha logrado esquivar en gran medida el temido “smoke taint”, ese sabor ahumado que puede arruinar una cosecha. Las reservas hídricas acumuladas en primavera y la buena salud de muchas parcelas han permitido mantener un estado sanitario aceptable de la uva.
No obstante, los daños en el entorno son evidentes. El fuego no solo devora monte, también arruina la imagen de un territorio que ha hecho del paisaje un recurso turístico y cultural. El viñedo se salva, pero la memoria visual del visitante encuentra cicatrices. A la vez, el esfuerzo de viticultores y bodegas por mantener prácticas de adaptación, desde viñas en altitudes más seguras hasta podas que reducen el estrés hídrico, ha sido determinante para salvar la campaña.
Más allá del campo, la vendimia tiene implicaciones directas en la economía. El Bierzo depende de la viticultura no solo como producto agrícola, sino como motor de enoturismo, empleo y comercio local. Una cosecha perdida hubiera sido un golpe severo para bodegas y para pequeños municipios. Salvarla significa mantener miles de empleos, sostener ingresos y preservar la credibilidad de la marca Bierzo en los mercados nacionales e internacionales.
El futuro, sin embargo, plantea preguntas difíciles. ¿Podrá la comarca adaptarse a un clima cada vez más hostil? ¿Serán suficientes las medidas de prevención de incendios, las inversiones en sistemas de riego y la diversificación de variedades? La vendimia de 2025 demuestra que la resiliencia existe, pero también que se necesitan políticas agrarias, apoyo institucional y recursos de investigación para asegurar la continuidad del viñedo.
Este año, cada botella de Bierzo llevará algo más que vino: llevará el testimonio de una región que resurge de las cenizas, que mantiene su identidad pese al calor y al humo, y que demuestra que el vínculo entre paisaje y cultura puede sobrevivir incluso a un verano de infierno.






